No sale el sol, qué depresión. En estos días lluviosos y grises, en los que todos nos ponemos melancólicos y añoramos la llegada de la primavera, hace falta animarse, hacer deporte, ponerse guapo, tomar ginseng o jalea (si es que el ginseng te pone demasiado nervioso) y salir a la calle a cantar bajo la lluvia.
Hay una escena suprimida en Cantando bajo la lluvia. Muchos os preguntaréis cuál es el verdadero motivo por el que Gene Kelly cantaba y chapoteaba en los charcos tan feliz. En realidad no era sólo el amor por una mujer. Lo que en realidad sucedió es que se había llevado a Debbie Reynolds por recomendación de Donald O´Connor (un genio del humor) a ver Manténgase a la espera y claro, ella cayó rendida a sus pies. Pasaron una horita y pico cogidos de la mano y riéndose mucho. Se olvidaron de la lluvia, de las gripes, de la rubita chillona e insoportable de Jean Hagen…e inevitablemente surgió el amor. Y es que amig@s, si queréis conquistar a una mujer/hombre no hay ningún arma mejor que la risa. ¡Hacedle reír!
Así que, no os quedéis en casa deshojando margaritas cual dama de las Camelias y mirando cómo cae la lluvia a través de vuestra ventana (cosa que es muy cinematográfica pero nada provechosa). Llamad a esa chica o a ese chico y llevadlo a ver Manténgase a la espera y Desnudo nadie es perfecto. ¿Qué no sabes cuándo? Para darte de baja en una compañía telefónica, puedes venir el jueves y el viernes a las 20:30 y para descubrir que desnudo nadie, ni la Schiffer, es perfecto, vente el sábado a las 23:15 a la Escalera de Jacob de Lavapiés. Te aseguramos que saldrás chapoteando en los charcos y si no es así, Gene Kelly te devuelve tu dinero. Palabra de Gene. ¡Te alabamos, oh Gene! Dubidudú…Dubidudidu…dudi…
He aquí los efectos secundarios de venir a vernos:
http://www.youtube.com/watch?v=4wKB2G6DQYc
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#SOYABSURDO: DEMENTE QUE APUESTA POR EL CAMINO CURVO.
LOS ABSURDOS TEATRO nace a principios de 2010 casi de casualidad, casi de puntillas, casi sin darnos cuenta y sin casi nada, ni siquiera ropa. ‘Desnudo, nadie es perfecto’, pre-estrenado en Madrid y estrenado oficialmente en el teatro Zorrilla de Valladolid, supone el inicio de un viaje incierto, desconocido y despojado de casi todo, pero que nos lleva a levantar el telón casi 400 veces.
400 funciones que, como aquellos 400 golpes para Truffaut, nos incitan irremediablemente a seguir caminando por donde apenas hay vereda, a sembrar donde apenas hay campo, a buscar donde apenas se ve y, sobre todo, a luchar –luchar mucho- de cuando en cuando contra gigantes, de cuando en cuando contra molinos. Algunas veces –las menos- con una mirada preclara de los pasos a seguir y otras –las más- siguiendo la más elemental de las herramientas para aprender: equivocarse.
Y en esa odisea por el abrupto sendero de la equivocación, además de una buena cosecha de pasos en falso, creemos haber encontrado algunas pepitas de oro que son la brújula de nuestro trabajo.
Una puesta en escena limpia y precisa, con los elementos justos y necesarios para hacer montajes muy ágiles, rápidos, en los que las conversaciones y los pensamientos se cruzan del mismo modo en que se cruzan por la vida, sin pedir permiso. Del mismo modo en que se cruzan en un folio la prosa y el verso, con un simple cambio de renglón. Del mismo modo en que la cuarta pared aparece y desaparece y los personajes se abrazan y distancian del público, con un simple guiño.
Y todo esto lo pretendemos hacer a través de nuestro imaginario, de nuestra visión expresada en nuestras propias palabras. Textos propios que conforman nuestro propio universo. Un universo que nos lleva a buscar en cada montaje –quizá de forma necia, pero siempre divertida- la lente de aumento más adecuada a nuestra mirada autocrítica con el fin de encontrar el famoso punto sobre la i. Y así nos hemos visto colocando el punto sobre la i de la incongruencia (diosa absurda donde las haya); sobre la i de la idiotez (el virus más mortífero y contagioso que jamás haya existido); sobre la i de la injusticia (ese gran mantra que está en la base de este maltrecho mundo); sobre la i de la incompetencia (en la que posiblemente hayamos caído varias veces).
Nuestro auténtico reto es mostrar dramas sin caer en dramatismos; plantear dudas sin imponer soluciones; sacar sonrisas sin buscarlas. En definitiva, buscamos que la gente se divierta y que además piense y se emocione y reflexione y al tiempo se abandone y simplemente disfrute. Y que, además, nos quieran. Mucho, que nos quieran mucho. Y los programadores que nos contraten. Mucho, que nos contraten mucho.
En total, Los absurdos teatro somos una compañía que cuenta con una vida de 10 años y más de 2000 representaciones.
Seis montajes de sala para adultos, dos infantiles, además de varios montajes de dinamización de lugares patrimoniales y un buen número de propuestas ‘de calle’.
Sin más, ¡Bienvenidos, absurdos!
Alfonso y Patricia
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