Tenemos la absurda sensación de que alguien no ha entendido nada. Que alguien no ha entendido que en una función de teatro no sólo trabajan los actores. Que cada vez que se alza el telón alguien tiene que dar al botón de apertura y que, aunque los espectadores sólo vean actores sobre el escenario, la única razón por la que pueden hacerlo es porque alguien oculto ha encendido la luz.
Por eso tenemos la absurda sensación de que dejar fuera de las coberturas de Cultura a l@s técnic@s es incomprensible, ilógico y muy injusto.
No sé, a lo mejor somos nosotros los que no tenemos ni idea (puede ser), pero sí tenemos experiencia (eso seguro). Y la experiencia nos dice que en cada función hay unos tip@s que viajan con nosotros, que se suben a escaleras, que montan escenografías, que hablan de faders, de dimers y demuchos más nombres extraños y que, sin ell@s no hay función posible. Sin ell@s, no hay cultura.
Nosotr@s siempre, siempre, somos tres en cualquier función en Madrid o de #giraabsurda. Siempre hay una tercera pata, un tercer absurdo en la sombra.
Víctor, nuestro técnico jamás puede fallar, porque si falla él, no se puede hacer la función. Es así de simple. Y si él no nos puede fallar nunca, nosotros no podemos permitirnos el despropósito de fallarle a él. Sería demasiado absurdo, incluso para nosotros.
Los Absurdos Teatro nacemos hace ya 13 años con apenas nada. Ni ropa, siquiera. Con ‘Desnudo, nadie es perfecto’ iniciamos un viaje incierto en busca de una voz propia, una voz que nos diferenciara y definiera y que se ha ido materializando en ‘el sello Absurdo’.
Montajes ágiles con puestas en escena limpias y precisas que sustentan textos propios que dibujan nuestro propio universo.
Un universo teñido de humor sobre un fondo muy serio, que nos lleva a tocar, siempre con y desde la ironía, algunos de los temas que más nos preocupan y ocupan: la estupidez, la injusticia, la incongruencia, la sinrazón… el absurdo de este mundo que va a trompicones y codazos, pero que a pesar de todo es apasionante.
Amamos la palabra, tanto en su forma como en su fondo. Una palabra que cuidamos y mimamos jugando con ella en conversaciones rapidísimas que se entrecruzan con los pensamientos del mismo modo que en la propia vida, sin pedir permiso. De igual modo que hacemos cruzar en los libretos la prosa y el verso, con un simple cambio de renglón. Con la misma facilidad que hacemos aparecer y desaparecer la cuarta pared, con un simple guiño.
Nuestro reto es mostrar dramas sin caer en dramatismos; plantear dudas sin imponer soluciones; sacar sonrisas sin buscarlas.
Patricia y Alfonso