«Señoras, señores, en escena puro teatro»
Así comienza la crítica que ha escrito Vista Teatral sobre nuestro VON LUSTIG, el hombre que vendió la Torre Eiffel. Bonitas palabras de Mayte Rodríguez, pero puede ser que lo que más nos guste es que menciona a todo el equipo absurdo.
«Alfonso Mendiguchía compone un texto, divertido, ágil, inteligente.«
«Natalia Hernández toma las riendas en la dirección dotando a la pieza de un ritmo ágil, sin cabida a la improvisación, donde todo está finadamente medido, un puzzle en el que cada pieza encaja a la perfección. Pudiendo componer un todo perfecto.«
«Patricia Estremera es la definición del desparpajo, el oficio y el trabajo bien hecho. (…) Diferentes registros, voces, tonalidades en su hacer. La actriz viene a ser un cuadro en blanco que se va llenando de colores, (…) además Kiki es varios personajes desde el personaje, una preciosa maravilla en escena que nos sumergía en más matices si cabe.«
«Mendiguchía es Víctor Lustig, el actor dota de una potente presencia al personaje, lo justo de pícaro y astuto para que nos caiga bien y nos dejemos embaucar por su historia, lejana al aburrimiento (…) Con él , tintes de cabaret, clown ,teatro de objetos y siempre constante transitando en escena el teatro del absurdo.»
«Destacar el trabajo de iluminación de Víctor Mones y Suh-Güein, diseño de vestuario de la mano de Reme Gómez llevando a los personajes a la caricatura, al costumbrismo, a la presencia del gentleman o al glamour del cabaret. Música original y espacio sonoro de la mano de David Bueno, Natalia Hernández y Víctor Mones en el diseño de escenografía y coreografía trabajo de Ricardo Santana.«
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Fotografía portada: Manolo Pavón. Somnes Producciones.
About LOS ABSURDOS TEATRO
LOS ABSURDOS TEATRO nace a principios de 2010 casi de casualidad, casi de puntillas, casi sin darnos cuenta y sin casi nada, ni siquiera ropa. ‘Desnudo, nadie es perfecto’, pre-estrenado en Madrid y estrenado oficialmente en el teatro Zorrilla de Valladolid, supone el inicio de un viaje incierto, desconocido y despojado de casi todo, pero que nos lleva a levantar el telón casi 400 veces.
400 funciones que, como aquellos 400 golpes para Truffaut, nos incitan irremediablemente a seguir caminando por donde apenas hay vereda, a sembrar donde apenas hay campo, a buscar donde apenas se ve y, sobre todo, a luchar –luchar mucho- de cuando en cuando contra gigantes, de cuando en cuando contra molinos. Algunas veces –las menos- con una mirada preclara de los pasos a seguir y otras –las más- siguiendo la más elemental de las herramientas para aprender: equivocarse.
Y en esa odisea por el abrupto sendero de la equivocación, además de una buena cosecha de pasos en falso, creemos haber encontrado algunas pepitas de oro que son la brújula de nuestro trabajo.
Una puesta en escena limpia y precisa, con los elementos justos y necesarios para hacer montajes muy ágiles, rápidos, en los que las conversaciones y los pensamientos se cruzan del mismo modo en que se cruzan por la vida, sin pedir permiso. Del mismo modo en que se cruzan en un folio la prosa y el verso, con un simple cambio de renglón. Del mismo modo en que la cuarta pared aparece y desaparece y los personajes se abrazan y distancian del público, con un simple guiño.
Y todo esto lo pretendemos hacer a través de nuestro imaginario, de nuestra visión expresada en nuestras propias palabras. Textos propios que conforman nuestro propio universo. Un universo que nos lleva a buscar en cada montaje –quizá de forma necia, pero siempre divertida- la lente de aumento más adecuada a nuestra mirada autocrítica con el fin de encontrar el famoso punto sobre la i. Y así nos hemos visto colocando el punto sobre la i de la incongruencia (diosa absurda donde las haya); sobre la i de la idiotez (el virus más mortífero y contagioso que jamás haya existido); sobre la i de la injusticia (ese gran mantra que está en la base de este maltrecho mundo); sobre la i de la incompetencia (en la que posiblemente hayamos caído varias veces).
Nuestro auténtico reto es mostrar dramas sin caer en dramatismos; plantear dudas sin imponer soluciones; sacar sonrisas sin buscarlas. En definitiva, buscamos que la gente se divierta y que además piense y se emocione y reflexione y al tiempo se abandone y simplemente disfrute. Y que, además, nos quieran. Mucho, que nos quieran mucho. Y los programadores que nos contraten. Mucho, que nos contraten mucho.
En total, Los absurdos teatro somos una compañía que cuenta con una vida de 14 años y más de 2000 representaciones.
Siete montajes de sala para adultos, dos infantiles, además de varios montajes de dinamización de lugares patrimoniales y un buen número de propuestas ‘de calle’.
Sin más, ¡Bienvenidos, absurdos!
Alfonso y Patricia
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