Con esta nueva propuesta pretendemos ahondar en las líneas maestras que han regido a la compañía desde su inicio: un montaje limpio, en el que ritmo se torna vertiginoso, en el que la acción se detiene por momentos para salir de lo teatral a lo meta-teatral, en el que la prosa y el verso se entremezclan y conviven con naturalidad, en el que aparecen una docena de personajes encarnados en solo dos actores, en el que los diálogos se entremezclan, se cortan y se suceden con la rapidez, la fragilidad y la contundencia con la que se pronuncian en la calle, en el que se parafrasea a Shakespeare con la misma naturalidad con la que cualquiera se toma un chupito de tequila. 


Una puesta en escena basada en la luz, el color y una escenografía con un cuerpo principal muy dúctil, que va transformándose para crear espacios. Todo ello para formar una dramaturgia ágil, en el que movimiento y palabra ocupan el lugar primordial. Precisamente es el cuidado del lenguaje nuestra principal característica. Los giros lingüísticos, las figuras literarias, la transmutación de la prosa en verso y viceversa, la rima y el ritmo, los juegos de palabras… forman parte del adn de la compañía y, en este montaje, siguen siendo piezas clave. A esto unimos la música original y el espacio sonoro creado ad hoc para el montaje, así como guiños a la introducción de otros lenguajes como es el vídeo y la animación que en GRUYÈRE tendrán también su espacio. 

*Fotografía: David Ruiz.

Puedes verlo a partir de este viernes, 11 de septiembre en el Teatro Príncipe Gran Vía de Madrid.

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