Absurd@s, el lunes, asistimos a la gala de los Premios Max castellanos.
Ocurrió en el precioso Teatro Calderón de Valladolid, que para la ocasión se vistió de campos de trigo, amapolas y colores azules.
La directora de la gala fue la segoviana Ana Zamora de Nao Damores, a quien felicitamos por su buen hacer y el Max de honor se lo llevaba la vallisoletana Concha Velasco.
Entre los nominados estaba otra pucelana: María San Miguel por su Viaje al fin de la noche, de la compañía Proyecto 43.2. Obra en la que nuestro absurdo Alfonso Mendiguchía (palentino de nacimiento y salmantino de adopción) es actor protagonista junto a ella. Y lo dirige Pablo Rodríguez, de Valladolid. Lo dicho, absurdamente castellano todo.
Optaban a uno de los premios más importantes: mejor espectáculo revelación, pero no pudo ser. Aunque confiamos que la próxima vez ganarán tantas manzanas que tendremos que hacer compota con todas ellas.
Lo más importante es que el nombre del espectáculo se haya posicionado como un espectáculo a tener muy en cuenta y que les salgan muchos bolos de esos que nos gustan a nosotr@s de #carreterayfurgoneta.
Una noche preciosa llena de nervios y absurdos reencuentros para recordar…
Os dejamos algunas fotos de lo guap@s que iban tod@s para la ocasión. Fijaos bien en que nuestro absurdo se puso corbata y todo. La ocasión lo merecía.
Nuestra más sincera y absurda enhorabuena a tod@s los nominad@s y premiad@s y… ¡La próxima, max!
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About LOS ABSURDOS TEATRO
#SOYABSURDO: DEMENTE QUE APUESTA POR EL CAMINO CURVO.
LOS ABSURDOS TEATRO nace a principios de 2010 casi de casualidad, casi de puntillas, casi sin darnos cuenta y sin casi nada, ni siquiera ropa. ‘Desnudo, nadie es perfecto’, pre-estrenado en Madrid y estrenado oficialmente en el teatro Zorrilla de Valladolid, supone el inicio de un viaje incierto, desconocido y despojado de casi todo, pero que nos lleva a levantar el telón casi 400 veces.
400 funciones que, como aquellos 400 golpes para Truffaut, nos incitan irremediablemente a seguir caminando por donde apenas hay vereda, a sembrar donde apenas hay campo, a buscar donde apenas se ve y, sobre todo, a luchar –luchar mucho- de cuando en cuando contra gigantes, de cuando en cuando contra molinos. Algunas veces –las menos- con una mirada preclara de los pasos a seguir y otras –las más- siguiendo la más elemental de las herramientas para aprender: equivocarse.
Y en esa odisea por el abrupto sendero de la equivocación, además de una buena cosecha de pasos en falso, creemos haber encontrado algunas pepitas de oro que son la brújula de nuestro trabajo.
Una puesta en escena limpia y precisa, con los elementos justos y necesarios para hacer montajes muy ágiles, rápidos, en los que las conversaciones y los pensamientos se cruzan del mismo modo en que se cruzan por la vida, sin pedir permiso. Del mismo modo en que se cruzan en un folio la prosa y el verso, con un simple cambio de renglón. Del mismo modo en que la cuarta pared aparece y desaparece y los personajes se abrazan y distancian del público, con un simple guiño.
Y todo esto lo pretendemos hacer a través de nuestro imaginario, de nuestra visión expresada en nuestras propias palabras. Textos propios que conforman nuestro propio universo. Un universo que nos lleva a buscar en cada montaje –quizá de forma necia, pero siempre divertida- la lente de aumento más adecuada a nuestra mirada autocrítica con el fin de encontrar el famoso punto sobre la i. Y así nos hemos visto colocando el punto sobre la i de la incongruencia (diosa absurda donde las haya); sobre la i de la idiotez (el virus más mortífero y contagioso que jamás haya existido); sobre la i de la injusticia (ese gran mantra que está en la base de este maltrecho mundo); sobre la i de la incompetencia (en la que posiblemente hayamos caído varias veces).
Nuestro auténtico reto es mostrar dramas sin caer en dramatismos; plantear dudas sin imponer soluciones; sacar sonrisas sin buscarlas. En definitiva, buscamos que la gente se divierta y que además piense y se emocione y reflexione y al tiempo se abandone y simplemente disfrute. Y que, además, nos quieran. Mucho, que nos quieran mucho. Y los programadores que nos contraten. Mucho, que nos contraten mucho.
En total, Los absurdos teatro somos una compañía que cuenta con una vida de 10 años y más de 2000 representaciones.
Seis montajes de sala para adultos, dos infantiles, además de varios montajes de dinamización de lugares patrimoniales y un buen número de propuestas ‘de calle’.
Sin más, ¡Bienvenidos, absurdos!
Alfonso y Patricia
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