Cuando la gente confunde los verbos ‘costar’ y ‘valer’ empezamos a tener un problema. Cada uno es libre de pensar y actuar como quiera. Faltaría más. Pero que no todo vale, está claro. ‘Costar’ es un verbo económico, ‘valer’ es un verbo humano. Igual que todo tiene un precio, pero no necesariamente un valor, hay cosas que tienen un gran valor –al menos para nosotros- aunque no se puedan comprar con dinero. Una de estas cosas es la palabra. El valor de la palabra.
A nosotros nos gustan los verbos humanos. Somos así. Y a lo mejor regirse por ellos es como intentar la cuadratura del círculo… una quimera. Pero lo cierto es que en nuestro caso, persiguiendo la cuadratura del círculo nos hemos topado con un TRIANGULO que no esperábamos, la verdad. Y que vestido de círculo ha resultado ser un cuadrado de aristas afiladas. Los peores cuadrados siempre son los que van disfrazados de otras cosas. En cualquier caso, que cada uno saque las conclusiones que quiera, nosotros simplemente os contamos los hechos:
– Hace un mes y medio nos acercamos a la Sala Triángulo para ver la posibilidad de estrenar en Madrid nuestra ‘Tierra de Nadie’ en su sala. Tras una reunión muy cordial quedan en mirar la propuesta y llamar con lo que creyeran oportuno.
– Unos días después, tenemos una llamada de la sala dándonos tres fechas: 1, 8 y 15 de noviembre a las 22:30. Nos dan las fechas como cerradas, ni una mención del tipo ‘a lo mejor’ o ‘tal vez’… el mensaje es claro: Apuntad el 1, el 8 y el 15 de noviembre
– Nos disponemos a organizar el mes de noviembre en torno a estas fechas YA MARCADAS. Esto implica intentar programar el resto de espectáculos que tenemos en torno a esas tres fechas, con lo que no cogemos nada que ofrezcan los viernes (obviamente) e intentamos rellenar el resto de días (viviendo de esto es lo más razonable, lógicamente).
– Con el calendario en la mano y RESPETANDO la palabra dada de estar el 1, 8 y 15 en la Sala Triángulo, conseguimos actuaciones para los miércoles, jueves, sábados y domingos con el resto de espectáculos. Y decimos que no a un par de propuestas que tenemos de actuar esos viernes en Salamanca (es lo normal, creemos, cuando te has comprometido, aunque ofrezcan cosas económicamente más sustanciales)
– Este viernes recibimos la primera llamada de la Sala Triángulo desde el día que nos confirman las fechas. Nos llaman para decirnos que si podemos cambiar los días FIJADOS (viernes todos ellos) a los sábados. Les decimos que no, que hemos organizado el mes en torno a los días que nos habían dado ellos y que, por tanto, ya tenemos cerradas esas fechas con otra sala y no podemos cambiarlas (HEMOS DADO NUESTRA PALABRA –no nos hace falta un contrato firmado para saber el valor de nuestra palabra- a otra sala que, obviamente, ya ha cerrado su programación contando con nosotros). Julia, la chica que nos llama en nombre de la sala, nos dice sin demasiada cordialidad que ‘vería a ver’ cómo hacerlo puesto que en diciembre ya no llevarán la sala (a veces cuando se hacen mal las cosas termina pasando esto) tras insistir varias veces en que cambiáramos nuestro acuerdo con la otra sala (parece que lo de tener apalabrado un compromiso no va con ellos).
– El lunes vuelve a haber una llamada de Julia. El problema radica en que la Sala Triángulo quiere prorrogar un espectáculo que está en cartel porque está funcionando muy bien en taquilla y ‘poderoso caballero es don dinero’. Así que su palabra pasa definitivamente a segundo plano y su única solución es volver a insistirnos con el cambio a los sábados o que le demos más opciones. Las únicas opciones libres que tenemos en esas tres semanas son los lunes y los martes porque el resto de días ya estamos programados, salvo los viernes, que son los días pactados. Cuelga sin decir blanco ni negro, ni arriba ni abajo ni todo lo contrario. Entendemos que nos llamará para decirnos algo…
– Mal entendido. Dos días después, sin haber recibido llamada alguna, llamamos para saber a qué atenernos. Lo de los viernes, es decir, nuestros días, está claro que es una posibilidad que no contemplan (“Bueno, os dimos esos días, pero no hay nada firmado, así que no podéis reclamar”… esa es su respuesta: está ya claro que este TRIANGULO es un CUADRADO disfrazado, por si quedaba alguna duda.) Lo peor es que les sorprendió nuestra llamada. Ni siquiera tenían pensado llamar. Su respuesta al descolgar el teléfono fue clara: ‘qué más queréis que os diga… si no me dais opciones…’. Después, una breve charla para hacernos comulgar con ruedas de molino – que diría mi abuela- y fin de la conversación tras algunas perlas que pueden pasar a engrosar el gran libro de la desfachatez humana. Y fin de nuestra aventura en la Triángulo.
Evidentemente nos hacía ilusión estar programados esos días. Evidentemente es un chasco no estrenar los días que ya os habíamos anunciado. Evidentemente tenemos una sensación muy agria. Evidentemente sabemos que hay gente muy apegadas a los verbos ‘económicos’. Evidentemente sabemos que el valor de la palabra sólo depende del valor de las personas. Pero nos da rabia. Mucha. Y más cuando esto sucede en el entorno de algo que amamos tanto como el teatro. Que cada uno siga haciendo lo que quiera (al menos la Sala Triángulo cambia de manos en diciembre, cosa que, visto lo visto, ni nos extraña ni nos apena). Nosotros seguiremos intentando cuadrar el círculo, aunque seamos ingenuos. Eso sí, no nos pensamos callar ante la desfachatez. Si queremos dar valor a las palabras, no podemos permitir que el miedo enmudezca el valor de nuestra voz.