El escenario pequeño, mucho. Casi minúsculo. Una nada de escenario, de chiste. Cualquier hormiga se aburriría a los dos minutos de estar allí porque ya no sabría dónde ir sin repetirse. La cerveza ya en la mano, a medio beber. El ambiente muy bueno. Muy buen rollo. Pero yo no puedo evitar mirar el cartel y hacerme preguntas. ¿Realmente van a salir cuatro tipos a actuar? ¿dónde se van a meter? ¿qué hago yo aquí? ¿Por qué las cervezas en este bar se consumen tan pronto? En mitad de estas disquisiciones aparece un tipo con cara de no haber dormido bien en todo el mes (ya es día 26), detrás de él otro, y otro, y ¡otro! Ponen la música y se vuelven locos. Y de repente se produce un milagro. Los cuatro se suben al escenario y no se tropiezan entre ellos. Y se ponen a bailar (bueno, algo así) y a presentarse en una coreografía tan absurda como genialmente disparatada que hace, ante nuestros propios ojos, que el escenario se agrande hasta alcanzar las dimensiones de unos talentos que apuntan ya a algo grande. Las primeras risas tardan en brotar unos diez segundos. El resto vienen solas.
Suso, Ricardo, Mario y Luis logran convertir cualquier noche anodina en una fiesta. En serio. Desde anoche nos declaramos fans incondicionales de estos cuatro tipos delirantes que han entendido perfectamente en qué consiste esto de hacer agradable la vida a la gente. Se mueven como felinos entre lo absurdo, lo ácido, lo mordaz y lo caótico. Y todo con una energía preciosa, contagiosa, y muy bien matizada. Tienen talento y oído para el juego. Y el teatro es eso, un juego. Un juego al que nos invitan a participar desde que aparecen hasta que se van con su projet a otra parte. Nos gustan mucho. Les gustarán mucho… y ya saben que el que avisa no es traidor.

Baujaus Project
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About LOS ABSURDOS TEATRO
#SOYABSURDO: DEMENTE QUE APUESTA POR EL CAMINO CURVO.
LOS ABSURDOS TEATRO nace a principios de 2010 casi de casualidad, casi de puntillas, casi sin darnos cuenta y sin casi nada, ni siquiera ropa. ‘Desnudo, nadie es perfecto’, pre-estrenado en Madrid y estrenado oficialmente en el teatro Zorrilla de Valladolid, supone el inicio de un viaje incierto, desconocido y despojado de casi todo, pero que nos lleva a levantar el telón casi 400 veces.
400 funciones que, como aquellos 400 golpes para Truffaut, nos incitan irremediablemente a seguir caminando por donde apenas hay vereda, a sembrar donde apenas hay campo, a buscar donde apenas se ve y, sobre todo, a luchar –luchar mucho- de cuando en cuando contra gigantes, de cuando en cuando contra molinos. Algunas veces –las menos- con una mirada preclara de los pasos a seguir y otras –las más- siguiendo la más elemental de las herramientas para aprender: equivocarse.
Y en esa odisea por el abrupto sendero de la equivocación, además de una buena cosecha de pasos en falso, creemos haber encontrado algunas pepitas de oro que son la brújula de nuestro trabajo.
Una puesta en escena limpia y precisa, con los elementos justos y necesarios para hacer montajes muy ágiles, rápidos, en los que las conversaciones y los pensamientos se cruzan del mismo modo en que se cruzan por la vida, sin pedir permiso. Del mismo modo en que se cruzan en un folio la prosa y el verso, con un simple cambio de renglón. Del mismo modo en que la cuarta pared aparece y desaparece y los personajes se abrazan y distancian del público, con un simple guiño.
Y todo esto lo pretendemos hacer a través de nuestro imaginario, de nuestra visión expresada en nuestras propias palabras. Textos propios que conforman nuestro propio universo. Un universo que nos lleva a buscar en cada montaje –quizá de forma necia, pero siempre divertida- la lente de aumento más adecuada a nuestra mirada autocrítica con el fin de encontrar el famoso punto sobre la i. Y así nos hemos visto colocando el punto sobre la i de la incongruencia (diosa absurda donde las haya); sobre la i de la idiotez (el virus más mortífero y contagioso que jamás haya existido); sobre la i de la injusticia (ese gran mantra que está en la base de este maltrecho mundo); sobre la i de la incompetencia (en la que posiblemente hayamos caído varias veces).
Nuestro auténtico reto es mostrar dramas sin caer en dramatismos; plantear dudas sin imponer soluciones; sacar sonrisas sin buscarlas. En definitiva, buscamos que la gente se divierta y que además piense y se emocione y reflexione y al tiempo se abandone y simplemente disfrute. Y que, además, nos quieran. Mucho, que nos quieran mucho. Y los programadores que nos contraten. Mucho, que nos contraten mucho.
En total, Los absurdos teatro somos una compañía que cuenta con una vida de 10 años y más de 2000 representaciones.
Seis montajes de sala para adultos, dos infantiles, además de varios montajes de dinamización de lugares patrimoniales y un buen número de propuestas ‘de calle’.
Sin más, ¡Bienvenidos, absurdos!
Alfonso y Patricia
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